Por: Waditt D. Abdullah.

La añoranza del Caribe no solamente radica en un punto geográfico determinado, o de una costa de algún territorio en específico, ser del Caribe no solo significa que tú forma de vestir sea con flores grandes, que estampan una camisa, ser del Caribe no es calificar al otro diciéndole “costeño de agua dulce” en forma peyorativa, ser del Caribe no es imponer la gastronomía de la idiosincrasia costeña, por encima de las demás, ser Caribeño no es imitar con énfasis mientras estás lejos de él, por sentir algún tipo de nostalgia o tristeza.

El Caribe no sólo se reduce a lo descrito con anterioridad, de seguro es más que eso, podríamos decir que ser Caribe es sentir la añoranza de los primeros recuerdos de infancia, que perduran con mucha intensidad y hacen que nuestros pasos sean firmes al recorrer el “aquí y el ahora”. En la añoranza del Caribe se siente el olor a sal, a  brisa fresca que tiene sabor a mar, en el Caribe se siente sonidos escondidos, que emergen con la nostalgia lejana de los recuerdos, el Caribe está en cualquier esquina “vacilá”, que genere goce y baile, la gente del Caribe colombiano se asocia a la verbena “picotera” de tubos, “tuiteres” y parlantes de dieciocho, el Caribe está en el andén, que se presta como un sofá y al tiempo soporta envases de cervezas, que representan una conversación de mil horas.

El propósito de este breve artículo de reflexión es vislumbrar la añoranza entendida como una experiencia significativa singular, es decir, no constituir el caribe desde una vivencia particular,  en contraposición, intentaremos construir una definición o visionar un Caribe universal desde varios elementos que nos identifican, como el espacio geográfico, es decir, el mar que nos une, y tiene una sonoridad única, la historia socioeconómica, la violencia y las distintas luchas colonizadoras migratorias de estos pueblos isleños y continentales a partir de diversas voces o expertos que han planteado estos temas, en diferentes situaciones y contextos.

Definir qué es el caribe nos resultará una ardua tarea, veamos que nos dicen algunos autores sobre esto. En el texto “Un rizoma llamado Caribe”, Alberto Abello “nos propone el ejercicio de tratar de comprender, deconstruir y construir el Caribe desde el estudio y el análisis más integral. Nos invita a entender que intentar comprender el caribe desde una sola mirada, la geográfica o la histórica, la social o la económica, no es posible ya que no nos mostraría el caribe en toda su dimensión. Es así como Abello nos incita a romper con las fronteras estrictas y a estudiar una geografía del caribe más incluyente, así como su múltiple dimensión histórica, socioeconómica, y, sobre todo, cultural”. (Abello, 2007).

Un Caribe universal sería la apuesta, para que las añoranzas desintegradoras de los pueblos de estas latitudes comprendan que ser del Caribe es una sola sintonía, que nos une el mismo mar, la sonoridad es una onda auténtica que integran discursos dialécticos, culturalidad generados por la musicalidad.

Además, caracterizar el Caribe constituye un ritual que todo caribeñista debe superar en algún momento en su evolución intelectual. “Por lo tanto, hay un número impresionante de definiciones del Caribe, ninguna de las cuales ha estado libre de la controversia que definir este espacio genera. Antonio Benítez Rojo (1998) fue uno de los intelectuales que realizó mayores esfuerzos por alcanzar una definición universal del Caribe”. Reconocer los múltiples obstáculos que deben enfrentarse quien intente definir el Caribe constituye el punto de partida de su interpretación.

“Los principales obstáculos que ha de vencer cualquier estudio global de las sociedades insulares y continentales que integran el Caribe son, precisamente, aquellos que por lo general enumeran los científicos para definir el área: su fragmentación, su inestabilidad, su recíproco aislamiento, su desarraigo, su complejidad cultural, su dispersa historiografía, su contingencia y su provisionalidad.” (Benítez Rojo,1998)

Según Benítez, existe un problema de fragmentación histórica, cultural y un legado individual que precede desde sus conquistadores o colonizadores, que resultaría difícil erradicar. Pero cabe destacar que, a pesar de esta dificultad, estos pueblos caribeños tienen algo en común. “En un intento por superar los obstáculos y, al mismo tiempo, reconocer la diversidad, Benítez Rojo describió al Caribe como el producto de una “máquina”, creada por Cristóbal Colón, mejorada por Pedro Menéndez de Avilés y perfeccionada por los plantadores de azúcar. Esta máquina, afirma (Benítez Rojo,1998), creó el Caribe, porque produjo… no menos de diez millones de esclavos africanos y centenares de miles de coolies provenientes de la India, de la China, de la Malasia… (ayudó) a producir capitalismo mercantil y capitalismo industrial…, subdesarrollo africano…, población caribeña…; (y) produjo guerras imperialistas, bloques coloniales, rebeliones, represiones, sugar islands, palenques de cimarrones, banana republics, intervenciones, bases aeronavales, dictaduras, ocupaciones militares, revoluciones de toda suerte e, incluso, un “estado libre asociado” junto a un estado socialista no libre”.

Lo que podemos concluir en esta parte es que la definición de Benítez Rojo íntegra todo aquello que hace parte del Caribe, pero no ofrece una respuesta satisfactoria o convincente a la pregunta qué es el Caribe. “En este sentido, constituye un claro ejemplo de lo que Frank Moya Pons (1970: 36) denomina “el Caribe problemático.”

También es importante destacar otra concepción del Caribe a través de los sonidos, de la música antillana, “gracias a la pervivencia de la espiritualidad de los pueblos africanos que llegaron a las islas, los trabajadores esclavizados forjaron nuevas formas de organización social en medio del cautiverio. Sus tradiciones venidas del África entraron en contacto con las prácticas litúrgicas propias del revivalism protestante, difundidas por los predicadores sureños de los Estados Unidos. Éstas fueron un poderoso instrumento en las nuevas formas de filiación lingüística y religiosa de los habitantes isleños, quienes las matizaron con el espíritu propio de las prácticas africanas heredadas. Esta situación fue igual en todo el Caribe insular angloparlante, con el que la población raizal del archipiélago comparte una forma cultural común, que se mantiene y nutre mediante un estrecho contacto de intercambios familiares, culturales y económicos”.

En las últimas décadas del siglo, XX los jóvenes afrocolombianos del Archipiélago fueron influenciados por ideas y conceptos propios del contexto sociocultural afrocaribeño. “El contacto interactivo con músicas contemporáneas de variados matices, el conocimiento de las ideologías que forjaron los movimientos sociopolíticos que planteaban una estrecha relación con la música, y la llegada de nuevas tecnologías al campo de la grabación permitieron el surgimiento de las modernas agrupaciones isleñas, que además de reggae interpretan diversos ritmos derivados de la novísima instrumentación eléctrica y electrónica, y que son mezclados con músicas tradicionales locales. El reggae es producto de la interacción de formas musicales norteamericanas como el rhythm and blues, el soul, y el rock, con el mento, música original de Jamaica. En San Andrés y Providencia las dos agrupaciones más importantes que interpretan este tipo de música (otros géneros contemporáneos como la soca) son The Rebels Home Boys y Solution”.

A modo de conclusión, podríamos reconocer que la música del Caribe tiene una misma cadencia, sonoridad, simpatía y tiene una magia ancestral que envuelven a cualquier persona del mundo e invita a un goce único y coloca un baile universal, llamado Caribe.

Fotografía: Celestino Barrera

 

Fuentes Bibliográficas:

Abello, Alberto. El Caribe de García Márquez o un rizoma llamado Caribe. Introducción inaugural Diplomado Travesía por la geografía garciamarqueana. Escuela de Verano. Universidad Tecnológica de Bolívar. Material en publicación. Cartagena. 2007.

Giraldo Barbosa, Jorge Enrique, & Vega Casanova, Jair (2014). Entre champeta y sonidos africanos: fronteras difusas y discusiones sobre “músicas negras” en el Caribe Colombiano. Memorias. Revista Digital de Historia y Arqueología desde el Caribe, (23),128-152.[fecha de Consulta 19 de Abril de 2020]. ISSN: . Disponible en:   https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=855/85532558008

Ernesto Bassi Arévalo. “La importancia de ser Caribe: reflexiones en torno a un mal chiste” AGUAITA VENTIUNO / DICIEMBRE 2009.

 

 

 

 

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