Por Enrique Luis Muñóz
Escarbando en el socavón de memorias ancestrales encontramos un olvido sistemático, en el que no están exentas muchas negaciones y subvaloraciones, al manantial inagotable que es la riqueza inmaterial de la cultura africana, sus contribuciones musicales y danzarías, al Caribe colombiano.
El bullerengue es parte de una tradición que canta en la Cartagena colonial convertida por la trata esclavista en factoría negrera, la zona del canal del Di-que, jurisdicción de asiento de la hacienda esclavista, por eso son los pueblos aledaños al río Magdalena, y la región comprendida por los departamentos de El Cesar, Córdoba, Sucre y Antioquia en la región de Urabá, son los escenarios del mapa musical de esta música.
El bullerengue desde la perspectiva socio – antropológica permite poner sobre el tapete el significado cultural de esta variante de los bailes cantaos en la región Caribe como parte sustantiva del mapa sonoro y coreográfico de Colombia. Las mujeres que ejercen el canto, lo recrean desde la palabra sentida, emocional como parte de la memoria amarrada a la riqueza expresiva, melódica, de la oralidad contadora de historias, a manera de noticias de la cotidianidad.
La diáspora
Con la brutal tragedia de la diáspora el dolor se hizo canto, danza y rito, como afirmación de las cosmovisiones africanas en América en la travesía de la muerte el cruce trasatlántico. Aquí muerte no connota el muntu en el proceso biológico y filosófico, sino desarraigo y la preferencia a morir a ser cautivo.
Los actos libertarios se iniciaron en el Caribe, punto de contacto insular y continental, para evidenciar la mancha cruel de los pueblos africanos, la mayor desgracia humana.
La diáspora supone dispersión de personas, un territorio y una lengua común con diferentes naciones africanas como hecho de agresión, desarraigo y traumas físicos y mentales. Hoy los discursos académicos trascienden el término y apuntan a enfoques de movilización, cultura, religión, ethos y política tal como lo propone Clifford (1994) en los diferentes usos del término para hablar entonces de diasporización como producción cultural en el sentido de Brubaker (2005) en la trascendencia de ubicación física en la que se diluyen los orígenes y aparece la hibridación del mestizaje como nuevo escenario de hechos y sucesos culturales con tinte histórico diferente. De tal manera que el bullerengue es analizado en parte como un esquema binario de oralidad y escritura para entroncar la diversidad cultural y lingüística de las naciones africanas y Occiden-te a través de la España colonial. El esquema binario excluyente a través de la oralidad para connotar al pueblo carente de historia desde la mirada del poder; la escritura la oficialización del poderoso, de quien sojuzga, discrimina y excluye para narrar y escribir una historia prejuiciada y acomodaticia.
Las mujeres del bullerengue encarnan y encarnaron la tragedia de ser subvalorada como artistas y narradoras de vida cantada a pulso de tambores y variedad percutida.
A la luz de hoy el fenómeno socio – antropológico de la diáspora se ventila y estudia a partir de la diasporización como parte de unas patrias imaginadas de acuerdo con el escritor Salman Rushdie son lugares que se inventan los escritores exiliados, emigrados o expatriados, en un intento de recuperar mediante la escritura su pasado y lugar de procedencia y sus vínculos afectivos entre la naturaleza de procedencia y la cultura que se construye. En lo que reviste al bullerengue trae de allá (África), de acullá (España – Andalucía) y de la región del Darién (Panamá con los congos) y del Caribe colombiano y los Congos de Villa Mella en República Dominicana como complejo étnico cultural que se comparte.
En la piel del Bullerengue cantan las mujeres.
El cambio es lo único permanente para decirlo en el tono del sociólogo polaco Zygmunt Bauman, el bullerengue trae en su linaje de cantadoras negras estirpes trashumantes y noticias de lugares dispersos en geografías e historias, que se cuentan en cantos de la vida cotidiana en la expresión de creación colectiva de sello oral y la voz líder de una mujer entrada en años, matrona imprescindible en el oficio de la palabra encantada y cantada expone los acontecimientos comunales.
El bullerengue hace parte de los cantos y danzas de dramas históricos, de ahí emana la fuerza expresiva de voces desgarradas que ofician en las páginas noticiosas de la vida cotidiana recreada desde el dolor en la esperanzadora voz de la alegría. Son cantos de vida y para la vida como expresión de arte y de manera testimonial de hablar y dar noticia de la existencia humana que no se deja arrastrar por el olvido. En esa tónica se habla y escribe contrariando al esquema binario de oralidad/escritura desde una relación de verticalidad a usanza del dominio del poder; hoy, desde la socio – antropología se tiene en cuenta y se valora los ejes de transversalización de saberes culturales y como testigos de tránsito en el contrapunto de vida y muerte la generación de cantadoras de bullerengue en Cartagena y de los pueblos de la bahía: Eufemia Gambín, Otilia Imitola, Micaela Leal, María Cayetana Medrano, Nicolasa Villacob, María de Los Reyes Terán, Eloísa Garcés, Estefanía Caicedo, Etelvina Maldonado, Epifanía Terán, Eulalia González, des-de la otra orilla del muntu y las que aún pro-digan su canto de ancestralidad como Totó La Momposina, Petrona Martínez, Ceferina Banquéz, Lourdes Acosta y Lina Babilonia, en la brega de la vida.
El bullerengue es música y danza de raíz africana que siembra saberes de ancestralidad en una amplia zona geográfica del Caribe colombiano, encuentros culturales de los pueblos del mar y de la cultura del río¹. Música y danza inscrita en la memoria del cuerpo. El cuerpo depositario de la memoria africana en otro suelo, el americano a través del mar Caribe donde navegaron mercaderías y saberes humanos envueltos en el arte de la música y la danza. La Memoria, La Historia y El Olvido (2004) en el sentido del maravilloso libro del filósofo y hermeneuta francés de Paul Ricoeur, utilizando análisis transdisciplinarios en el campo de las ciencias sociales, pero concebido con clave musical, la clave africana empoderada por los cubanos como da noticia el antropólogo Fernando Ortiz Fernández, en su ensayo La clave xilofónica cubana.
El bullerengue, desde sus profundas raíces
¿Qué nos enseña Paul Ricoeur en La Memoria, La Historia y El Olvido? La transdiciplinariedad y el título de la obra del estudioso francés, nos sirve de modelo epistémico para hablar del bullerengue desde sus profundas raíces y transculturaciones. Al filo de la leyenda, la imagen mítica que se confronta con la memoria, la historia y el olvido, da un enfoque socio –antropológico a las mujeres del bullerengue, las anónimas como las conocidas, entronizadas con sus voces como parte de una robusta tradición alimentadas en el palabrario popular. El bulle-rengue es parte de la nostalgia del recuerdo, una forma, vívida y cantada, de la vida.
El bullerengue es memoria como reminiscencia. Narra la vida en el canto de mujeres simples, de rica emocionalidad en el quehacer de su arte. Se canta con emoción atizada por el dolor, chispa que enciende la hoguera del entusiasmo. La nostalgia en el sentido de volver al conocimiento sabido que se hace música por medio del canto de mujeres, ebrias de ternura.
Conocer es recordar desde los lejanos días de la filosofía platónica, y es precisamente, el papel y función de las mujeres del bullerengue las cantadoras de la vida en el ejercicio práctico de educar enseñando con las historia que cantan, crónicas de la vida cotidiana en la región Caribe donde se asentaron a sabor y ritmo una génesis musical de nuestra historia con las fuentes de la oralidad que canta la palabra. Fuentes orales, voces testimoniales verbalizando el pasa-do, narratología que expone la tradición convertidas en cadenas testimoniales de épocas aciagas que el canto y la danza apacigua a manera de terapia en la sanación del cuerpo (historia y tradición en el concepto del antropólogo social Eduard Evans Pritchard). En Bélgica el historiador Vansina se convirtió el estudioso de la tradición oral africana, el bullerengue hay que ponderarlo en el análisis socio-antropológico de un hecho cultural.
La veta de saberes de la ancestralidad
Los historiadores marxistas de la Escuela de Los Annales en Francia continuadores de Mac Bloch, Lucien Lefbvre y Fernand Braudel como Jacques Le Goff, Eduard Thompson y Maurice Joutard entre otros, prestaron gran interés a la historia oral elevando su rango epistémico como un conocimiento alternati-vo qué nos interpela de manera diferente por un pasado cultural, un análisis crítico de contenido socio – antropológico de orden cultural donde se ventila la aportación africana en suelo de América a través del bulle-rengue como un hecho colectivo del Caribe colombiano. No hay que perder de vista la veta de saberes de ancestralidad contenida en la oralidad africana, en ella la historia y la antropología tienen un ojo de agua inagotable, y el bullerengue es una de las tantas variables donde la palabra cantada. Testimonia los hechos del pasado de la vida cotidiana, en la que se narra y describe estelares momentos de la comunidad.
La experiencia de la memoria colectiva se vuelve palabra cantada, bullerengue como viva expresión de continuidad histórica de África en América con sus respectivas transformaciones socioculturales, partes vivas de una tradición que se resiste a desaparecer.
Según lo data la historia, los pueblos ancestrales al tiempo que ejercitaban sus labores cotidianas, conjugaban las tareas de trabajo con la activación del cuerpo como instrumento natural de la música, el cual esta poseído de la expresión, del movimiento, la coordinación, de la sensibilidad auditiva y audioperceptiva, de tal forma, el cuerpo “es un sistema de vibración sonora estructural emocional”, y es conjunto de lenguajes que armonizan el pensar, el sentir y actuar, en convivencia ple-na de hombres y mujeres en una comunidad, bien sea de manera individual y/o colectiva. Manuel Antonio, Pérez Herrera (2012²).
El bullerengue muestra las voces negras, el cuerpo danzario y el tamboreo acompañado de otras formas de percusión (tablitas semillas en totumas) configuran el dibujo rítmico y las negras los matices vocálicos de gracia pícara. Las prácticas seculares del arte negro han propiciado en el saber popular, la costumbre que pregona a los cuatro vientos, que ahí donde hay negros y negras existen tambores y cantos, ya que ellos y ellas, percuten con lo que encuentran, en las zonas geográficas que cantan y danzan, constituyen el complejo geográfico cultural del bullerengue. Bajo el término genérico de fandangos de lengua se conocieron las 16 variantes rítmicas de los bailes cantaos. Uno de ellos, es el bullerengue.
Los documentos históricos de Andalucía referencian el siglo XVII que muestran las conexiones interculturales de estos cantos y las formas americanas del mismo, a través del mar Caribe.
Es tanto lo que me gusta/er fandanguillo ecijano/ que al oír el parmoteo / Solita me despampano³.
La Andalucía ennegrecida y la presencia gitana con su cante hondo va mostrando los tejidos socio–antropológicos que se van fundiendo y la conexión cultural la expone la copla antañona:
Los gitanos y gitanas/ zapatean con las manos/ y sin el compás se pierda/ con la de-recha y con la izquierda/ y, al son de acues-tas tablillas,/ hemos de hacer maravillas⁴.
La función rítmica prevalece, con pie y manos (taconeo de zuecos de maderas), tablillas (tablitas o gallitos, parecidas a los que se utilizan para machacar el plátano verde o maduro para los patacones). El bullerengue: ritmo y canto a la vida simboliza preñez y natalicio.
Pistas del bullerengue
Entre las pistas del bullerengue en Amé-rica la brinda una descripción de Moreau de Saint Mery al referirse a la calenda, que según él los españoles llaman fandango:
Un baile negro viene con ellos de África, lo llaman calenda. Las negras ordenadas en un círculo marcan el compás con batir de manos y responden en coro a una de las cantadoras, improvisando cancioncillas, negros y negras muestran su talento creativo⁵.
El padre Labat, sostuvo que la calenda provenía de las costas de Guinea, y la vio ejecutar en las Antillas. Los españoles lo aprendieron de los negros⁶. El bullerengue es un vocablo hispánico, despectivo, señala las músicas negras con el registro de bulla, bullaranga.
Música y danza en la fiesta del cuerpo, donde se privilegia la percusión y la voz humana, canto femenino de fertilidad, espacio de afirmación social y resistencia a partir de la cultura de profundo saber de ancestralidad africana, el negro y la negra cantan y bailan con gracia sensual marcados por la fuerte y enérgica función rítmica en manos de tamboreros. Hoy, muchos años después, el arte y el magisterio de las cantadoras del bullerengue han llevado en sus voces sentidas el nombre de Colombia por el mundo.
Citas
- Ver, Enrique Luis Muñoz Vélez (2006).El Bullerengue: Ritmo y Canto a la vida en Revista Paccarina Una, Lima – Perú. La Memoria del Agua: Bailes Cantaos Navegan Por La Magdalena (2007) de Silvio Fernando Daza Rosales y Enrique Luis Muñoz Vélez. Los aportes etnomusicológicos de Guillermo Carbó sobre el complejo étnico musical de La Tambora (1998) y un denso y sustancioso estudio de profundidad etnomusical de Manuel Antonio Pérez Herrera (2014) intitulado: El Bullerengue La Génesis de la Música Costeña del Caribe Colombiano. Revista El Arte No. 11. Los aportes de las Cantadoras afrocolombianas de bullerengue (2008) de Adlai Stevenson Samper. Y de Patricia Iriarte, Totó Nuestra Diva Descalza (2011).
- Tesis Doctoral: Integración de la Música como eje Transversal de la Estructura Curricular de los Programas Académicos Artísticos Musical de la Universidad del Atlántico. Rude – Colombia, Universidad de Caldas Manizales.
- La copla pertenece al folclor andaluz, la voz femenina asume la canción en alusión a las palmas.
- Schaeffner y las músicas pre instrumentales. Ver Coeuroy y Schaeffner. La música africana.
- Janheinz, Jahn (1963). Las culturas neoafricanas. México: Fondo de Cultura Económica, p. 108.
- Labat (s,f.). Los Nuevos Viajes a América.
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Es Un interesante Recorrido Por esta Hermosa Cultura AfroCaribeña.
Exelente documentación,felicitaciones.
Jaime, gracias por tus apreciaciones. Ayudanos a difundirlo.
Abrazos hermano.