Por: Marcelo José Cabarcas Ortega
Resulta interesante revisar como la obra, de autoría de René Depestre, no solo cuestiona la complicidad entre el poder y los códigos raciales y sexuales en el Haití que recrea, sino la idea misma de una masculinidad negro-caribeña afligida por la historia. Sin duda, lo masculino es un arma ambigua en su representación pues, por una parte, es la encarnación de las lógicas de la opresión. Cuando Zoocrates Zacharie, arquetipo del dictador latinoamericano, se dirige a su pueblo, hombría, negritud y haitianidad se convierten en una misma cosa:
Realmente, a partir de este momento, quiero ser juez de la masculinidad de mi poder, del super macho negro que hay en él, del excepcional estado de vigor que le ha permitido al jefe espiritual, contra viento y marea, como un Mustafá Kemal o un Oliveira Salazar, renovar y fecundar la historia de la nación. Nuestro concepto electrofálico de la democracia es un modelo adaptado a nuestro temperamento.[1]
Sin duda, este totalitarismo constituye una forma de gobierno falsamente popular que pide, en principio, una identificación con las lógicas del opresor. Así, reemplazando al etnocentrismo sin dejar de serlo, construye un ejercicio de poder totalmente misógino y despreciativo del pueblo que argumenta encarnar.
Pero la virilidad de la dictadura se convierte, paradójicamente, en el sitio de su contestación, y en ese sentido, el relato resuelve sus contradicciones de manera especular, limitándose a reafirmar la virilidad quijotesca de Portel, el héroe, como contrapeso de las estructuras dominantes. No es de extrañar entonces que el gesto final del protagonista termine vacío, inconcluso, pues este, al escalar por la cucaña, no hace sino operar dentro de las mismas lógicas que pretende derrumbar. Por eso solo puede triunfar parcialmente, y tras la efervescencia de su triunfo, desaparecer para que el orden del mundo sea reestablecido con mayor violencia que antes.
De esta suerte, la obra permite reflexionar sobre un Calibán que a su vez se convierte en victimario. Si ambas caras del héroe cultural haitiano están igualmente condenadas a la violencia, se debe a que el modelo de acción política que encarna no es ni podrá ser nunca transformador, sino una forma de estar en el mundo marcada por la sensación de pérdida y auto-desprecio. Postel, durante el soliloquio que sostiene justo antes del exorcismo de Papa Loko, habla de “máscaras blancas” que no son propiedad exclusiva de los miembros del régimen:
¿qué hizo entonces el haitiano para ser hombre? Un día, con las armas en la mano, salió de su desierto de cal viva. De pronto, dios era negro, dios era mulato. Dios daba el gran grito negro. ¡La negritud del señor estaba erguida! A la sombra fresca del Dios de carbón, te hiciste creer a ti mismo que a partir de ese momento podrías gozar de una feliz identidad en tus venas y en tus creaciones de hombre libre. Tu bastardo dios de Ébano no borró las imágenes caídas a granel del trasero de la imaginación negrera.[2]
Interesantemente, la narrativa logra un punto de fuga a través de la metáfora de la “mujer-jardín”. Suerte de collage metafórico que inaugura una poética de lo sutil y lo dúctil, la novedad que el concepto establece al alterar ciertas funciones sintácticas de la frase funciona en dos sentidos pues, mientras por un lado origina un significante nuevo, más allá de las formas corporales de describir a la mujer negra en la literatura; alumbra, por el otro, una forma más amable de relación, contrapuesta a la dureza y la fijeza con la que las masculinidades del relato son manejadas a lo largo de su desarrollo. En ese sentido, el personaje de Elisa sería más que un símbolo del goce sexual y de la renovación vital que, a través suyo, se genera en Portel, pues más que propedéutica al desarrollo de la figura masculina, su presencia en la novela es una manera otra de percibir el rol de la mujer en una posible sociedad caribeña.[3]
[1][1] Depestre, René. El palo encebado. La Habana: Editorial Arte y Literatura, 1975, p. 98
[2] Ibid, p.150
[3] Kullberg, Christina. “The Force of Desire: A Deleuzian Reading of Sexuality in the Writings of René Depestre and Maryse Condé.” Research in African Literatures 46.3 (2015): 130-45.
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